Vistazos a una niñez dorada

 

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Este libro que sostienes es una historia singularmente verdadera.

Es una historia de verdad

Había una vez una ciudad llamada Rajneeshpuram, en Oregón, en ese delirio que llamamos América, en la cual un Maestro viviente, Osho, iba al dentista.

Esto, por si solo, no es inusual. (Aún los seres iluminados tienen dientes). Lo que es singular es que el Maestro convirtió esta ocasión aparentemente ordinaria en un evento, otra oportunidad para compartir su ser con nosotros. El trabajo dental era bastante rutinario y, cerca del final, Osho decía calladamente unas pocas palabras como si para si mismo. Devageet las escribió.

Devageet no tenía idea de lo que estaba haciendo. No se hubiera imaginado que estas pocas palabras serían las primeras chispas que habrían de encender un gran fuego. Pero el Maestro si lo sabía. Había visto las palabras escritas y más tarde en la mañana convocó una reunión.

Fueron cuatro los que asistieron a esta reunión misteriosa: Devageet, el dentista; Devaraj, el médico personal de Osho; Ashu, la asistente dental y Vivek, quien cuidaba a Osho.

A la hora acordada fueron conducidos al cuarto de Osho y aquellos que aún no lo habían visto recibieron una pequeña sorpresa. En lugar del tan publicitado lujo, el Maestro estaba sentado en un cuarto con el piso cubierto de baldosas de linóleo, casi vacío. No había nada de mármol, ni adornos de oro, ni cortinajes. El cuarto estaba vacío salvo por su silla y tres baldes de plástico.

La lluvia de Oregón, que en cada invierno tornaba la tierra de alrededor en un valle de barro pegajoso, había penetrado por el techo, y estos baldes, comprados en el mercado, habían sido ubicados estratégicamente para capturar el agua que goteaba constantemente a través del techo del remolque.

Osho, por supuesto, estaba totalmente relajado y, al ritmo de las gotas, invitó a todos a que se sentaran. Les dijo que las palabras que se dijeran en las sesiones de odontología se habrían de escribir y convertir en libros. Devageet habría de tomar las notas. Devaraj habría de editar, Ashu ayudaría y mecanografiaría y Vivek habría de tomar algunas fotos nuevas para el libro.


Un segmento del libro: Masto

De la introducción al libro,
por Sw. Deva Abhinandan


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