Ahora que vemos las grandes urbanizaciones semi-desiertas que se construyeron por toda España y hablamos de la Crisis del Ladrillo, de pronto se me ocurre que esto de hacer obras descomunales viene de antiguo, más de lo que uno piensa.

Trajano emperador romano del 98 al 117, había nacido cerca de Sevilla y fue uno de los que más construyó, aunque pocas de sus construcciones fueron particularmente monumentales. Hizo grandes mejoras en la red viaria del imperio, especialmente las rutas que llegaban a los puertos tanto de Ostia como de Bríndisi, a uno y otro lado de la península, que también amplió y mejoró para facilitar el comercio.  Un nuevo acueducto de 57 kilómetros de largo fue el último de los varios que abastecían agua a Roma.  Mejoró y amplió las cloacas de Roma y reforzó las orillas del Tíber para resguardarse de las crecidas.  Esto en lo que se refiere a construcciones hechas en Roma pues, si nos vamos a Egipto, construyó un canal entre el Nilo y el Mar Rojo, un predecesor del actual Canal de Suez, y fue el primero en construir un puente sobre el Danubio, la obra que le permitió finalmente conquistar Dacia.

Aunque el fuerte de Trajano fueron las infraestructuras, también ha dejado construcciones monumentales, el Foro Trajano, un enorme centro comercial y las oficinas administrativas vecinas lucen sus paredes de ladrillo claramente visibles desde la Vía de los Foros Imperiales en Roma.  También hizo la ampliación definitiva del Circo Máximo.   El monumento más recordado es la Columna de Trajano, al lado de su Foro que está envuelta con una estela de bronce en la que está grabada en bajorrelieve la historia de su reinado y que lleva una enorme estatua del mismo Trajano en su parte superior.  Tan imponente es que Napoleón se mandó construir una similar, con sus victorias y su estatua, erigida en la Plaza Vendome en París.

Adriano, que lo sucedió hasta el año 138, también sevillano, nos dejó el Panteón, todavía en pié, lo que ahora es el Castillo  Sant’Angelo, que fue construido como su mausoleo y luego transformado en fuerte y el puente que cruza el Tíber para llegar al mismo. En la zona monumental del Foro están las ruinas del Templo de Venus y Roma y, aunque al otro extremo del mundo, vale la pena mencionar también la Muralla de Adriano, que separaba la colonia romana de Britania de lo que ahora es Escocia en el tramo más estrecho de la isla. Con sus casi 120km de largo con fuertes y torres a lo largo, sigue siendo, hoy en día, una imponente construcción.

De los emperadores posteriores no se puede decir mucho, los nombres de apenas unos pocos nos resultan familiares.  Trajano y Adriano fueron los últimos emperadores cuyos nombres podemos vagamente recordar haber oído en el instituto. Tampoco hay nada destacable en Roma que nos los recuerden.  O sea, el Imperio fue cuesta abajo de ahí en más. Roma necesitaba continuos ingresos de recursos del exterior para mantenerse, no podía subsistir sin continuas campañas de conquista que le proveyeran de tesoros y esclavos. La Dacia, en la actual Rumanía, fue la última de las conquistas, ya no quedaban otros reinos de importancia que expoliar que estuvieran relativamente cerca.  La muralla de Adriano es prueba de que los altos costes de sostener un ejército a esa distancia de Roma era ya tan prohibitiva que construir semejante muro era una alternativa razonable.

O sea, parece que los españoles, la dependencia del exterior y el exceso del ladrillo tienen una relación que ya lleva cerca de los dos milenios.