julio 2012


Yo soy la tercera generación de la familia que partió de Vigo en barco.   Mis cuatro abuelos, que no se conocían entre sí, partieron independientemente de Vigo como emigrantes entre el 1900 y 1915, más o menos.  Años después, estimo que en 1926/27 mis abuelos volvían a partir de Vigo con mi padre, entonces de 9/10 años, y mi tío Secundino recién nacido, el único de los tres hermanos nacido en España.  De esa visita a la familia en Galicia conservo una foto de esas color sepia con mis abuelos a un lado, la otra hermana casada con su marido al otro lado y las dos hermanas aún solteras, de pie tras las sillas donde se sentaban los padres de las cuatro hermanas, mis bisabuelos.   A los abuelos ya se los veía prósperos.  Tenían una tienda y, como era habitual, vivían al fondo de la misma. Cambiar la tienda y mudarse eran todo uno.   Ya habían vendido la tienda anterior y aprovecharon el intervalo para poder visitar a la familia.  Mi padre, entonces, con 9 ó 10 años fue la segunda generación que partió de Vigo, aunque en una circunstancia muy diferente de la de sus padres.

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En una época, el dinero tenía el valor intrínseco de la moneda acuñada. La moneda de oro valía por el oro que contenía. No existían las monedas nacionales. Muchas naciones acuñaban moneda, pero en todos lados circulaban las monedas de cualquier otro lugar del mundo porque las monedas valían por ellas mismas, no por el país que respaldaba su emisión. Un país que, por la razón que fuera, se hacía de una buena cantidad de oro, la acuñaba en monedas para hacerlo más intercambiable y lo usaba para comprar cosas a sus ciudadanos o a comerciantes de otros países. Un país que no tuviera oro pero pudiera, digamos, exportar trigo, cobraba ese trigo en monedas de oro. (más…)