julio 2011


Días atrás vi un documental sobre la Teoría de Cuerdas (String Theory), la teoría que trata de proveer una base única para toda la física.  Actualmente tenemos dos grandes teorías, la Relatividad General de Einstein, que explica el funcionamiento de las cosas a gran escala, galaxias, soles, planetas e incluso nosotros.  Por el otro extremo, la Mecánica Cuántica explica cómo funcionan las cosas a las escalas más pequeñas, átomos, electrones, quarks y, de alguna manera, también nosotros.  Ambas teorías surgieron de la necesidad de explicar los fenómenos que ocurrían fuera de la escala habitual de nuestra experiencia.  Cuando nuestros telescopios nos permitieron ver más allá de lo que nuestros ojos alcanzaban se comenzaron a ver anomalías que la Mecánica Clásica de Newton no podía explicar.  Cuando pudimos comenzar a estudiar los átomos y su composición, mucho más allá de lo que los microscopios permiten, también se observaban anomalías.   Cada juego de anomalías es explicado por una u otra teoría, pero no podemos aplicar la Mecánica Cuántica a las galaxias ni la Relatividad General a los átomos.  La Gran Teoría Unificada, como en su momento se la llamaba aún se nos escapa aunque actualmente el mejor candidato parece ser la Teoría de Cuerdas. A mi no me lo parece (aunque difícilmente mi opinión le interese a alguien). (más…)

Tengo por ahí en la biblioteca el ‘manuscrito’ de mi libro, unas 400 páginas A4 impresas de a capítulo en capítulo en mi pequeña impresora de chorro de tinta, con las correcciones al margen.  Me recuerda una escena de la reciente película de Woody Allen, Medianoche en París.  Cuando el protagonista entrega su ‘manuscrito’ a la afamada escritora para que le aconseje, ¿se imaginan la sorpresa?  Algo que para nosotros es tan natural como ‘imprimir’, en esa época era un laborioso proceso de semanas o meses.  Para la época, eso no era un manuscrito sino una impresión de la mejor calidad.  Es curioso lo rápido que asimilamos los cambios.