Nunca había visto la película Blade Runner, algo que a mi mismo me llama la atención. Realmente no tengo la menor idea cómo pude evitarla durante casi 30 años.  Ahora que la he visto, lamento no haberla visto cuando aún me la podría haber creído, ahora simplemente me resulta un muestrario de lo equivocados que podíamos estar en aquel entonces.

Supuestamente transcurre en el 2019 y tal como ocurriera en 1984 con la película sobre el libro de George Orwell que lleva ese año como título o en los años correspondientes a 2001: una Odisea del Espacio de Arthur C. Clarke y su posterior 2011, Odisea II, los errores van de lo más tonto a lo profundo.

Tal como ocurriera en 2001: O.del E., Pan-Am, cuyo anuncio se ve en una escena, ya no existe, de hecho, desaparecería menos de 10 años después de lanzada la película en 1982 (2001, de 1968 al menos tuvo más margen).  Atari, otra marca cuyo anuncio se muestra existe más nominalmente que efectivamente.  Sí existen Coca Cola y Budweiser, marcas bien conocidas, así como también la TDK, aunque ya no haga los cassettes de audio o vídeo por la que la mayoría probablemente la recordemos.

Una cosa falta, tal como en todas las películas de la época, los teléfonos móviles y otra sobra, los vehículos voladores.  Esta parece ser una constante en las películas sobre el futuro, todo el mundo creía que nuestros coches volarían por encima de las ciudades y, al parecer, nadie concibió el móvil.  Reconozco que imaginarlo como algo tan ubicuo y popular como lo es ahora podría haber chocado como algo absurdo para los espectadores de aquel entonces, quizás podría haberse mostrado como algo que no todos tenían o que era más abultado o quizás caro y por tanto infrecuente.

Mención separada merecen los ordenadores, que si los había y no eran demasiado grandes, no eran portables pero al menos no ocupaban habitaciones.  Lo que faltaba era el ratón o mouse.  En una escena, el protagonista analiza una foto mediante el ordenador y le pide verbalmente que se enfoque en tal punto o amplíe tal o cual zona.  La escena es larga y tediosa por la necesidad de dar los comandos oralmente, especificando las coordenadas de una grilla que el ordenador mostraba.  En aquel entonces nos habría admirado, ahora ansiamos que tuviera un ratón para marcar el área a ampliar y con una vuelta a la rueda central del ratón, hiciera zoom en un instante.

Que la ciudad se vea oscura, sucia y arruinada parece que es costumbre del género, muchas películas de ciencia ficción nos muestran futuros deprimentes … muchos de los cuales ya hemos superado con el sol brillando tan cálido y luminoso como siempre.  Reconozco esto más como un truco cinematográfico que la intención del escritor: la oscuridad, la lluvia, el humo y el aspecto degradado de la ciudad permite ahorrar en decorados.

Hablando de humos:  todo el mundo fumaba en todos lados, la atmósfera parecía permanentemente irrespirable de tanto humo.  ¡Quién lo hubiera previsto entonces!

Lo que más me chocó fue la cantidad de asiáticos en las calles, incluso los carteles escritos en caracteres de apariencia china.  ¡Cómo han cambiado las cosas!  En el 2019, es más probable que sean los emigrantes occidentales pobres los que pululen en las ciudades chinas friendo hamburguesas y patatas en los puestos callejeros para la pudiente clase media china que lo inverso.

Aparentemente fue Niels Bohr, el físico danés, el que dijo “Predecir es difícil, especialmente acerca del futuro”.