Hace años, Xerox, la empresa de las fotocopiadoras quería lograr la oficina sin papel la “paperless office”. Obviamente no lo consiguió, más aún, la facilidad de hacer fotocopias, la especialidad de la empresa, nos permite consumir aún más papel que antes cuando hacer una copia costaba mucho trabajo.

El caso es que Xerox fue un pionero en la informática pero siempre falló en comercializar sus productos. La computadora personal, la interfaz gráfica de ventanas, la red de área local Ethernet, la impresora láser y muchos otros desarrollos en el área de la informática salieron de Xerox PARC, el laboratorio de la empresa en Silicon Valley. Cuando por fin la dirección de la empresa se dió cuenta del potencial de venta de sus desarrollos, gracias a tantas otras empresas que estaban triunfando con ellos, Apple con la interfaz gráfica, HP con las impresoras laser, 3Com con Ethernet y tantos otros, esbozó su gran plan: la oficina sin papel, todo electrónico. Demás está decir que falló estrepitósamente, los productos de Xerox siguen consumiendo más y más papel.

Uruguay se apresta a construir la segunda planta para producción de pasta para papel. Hace dos décadas, el paisaje uruguayo era otro del que se ve ahora. La mayor parte del Uruguay es una gran sabana, cuando Darwin lo visitó en su viaje en el Beagle le llamó la atención la falta total de vegetación fuera de pastizales bajos. Las arboledas que caracterizan la zona costera son producto de la iniciativa de Antonio Lussich que comenzó la forestación en Punta Ballena y que luego otros promotores turísticos extendieron a otros potenciales balnearios de la costa. Muchos de los pocos árboles que se encontraban por ese entonces en lugares como la isla Gorriti, frente a Punta del Este, provenían de semillas traídas por los navegantes, principalmente balleneros, que en sus viajes solían dispersar semillas de árboles y repollos cerca de los lugares de aguada (que así se llama el arroyo, ahora hecho paseo por el municipio) para, en futuros viajes, recolectar la madera para combustible y el repollo por ser antiescorbútico.

La amplia sabana uruguaya ha cambiado y ahora está densamente plantada de árboles, un cambio que no me disgusta, pues sigue imperando el verde. Estas son importantes explotaciones forestales que alimentan la actual fábrica de pasta de papel y que ahora alimentarán la segunda.
Ya hace unos 15 años, esperando el ferry en el puerto de Montevideo, pude ver un gran barco que estaba siendo cargado con troncos izados en grandes fardos de una larga línea de camiones que no paraban de llegar al puerto. Este barco llegaba al puerto una vez al mes y ya estaba previsto dos barcos al mes dada la gran cantidad de bosques que se habían plantado. Su destino era una papelera en Finlandia.

La producción siguió creciendo hasta el punto que ya no resultaba práctico trasladar semejante cantidad de madera en bruto para lo cual al empresa decidió instalar una planta en Uruguay mismo para hacer la primera etapa del proceso de esta madera y reducir el coste de transporte. Y ahora, una segunda.

Hará también unos 20 años que vi, estando en Puerto Montt, en el sur de Chile, una gran montaña artificial en uno de los muelles del puerto. Una rampa en espiral por su contorno permitía a los camiones subir a su cima plana donde una gran pala mecánica distribuía el material que los camiones volcaban. La montaña tenía ya unos 100 metros de largo, unos 50 de ancho y la altura de un edificio de 4 plantas y, según pude descubrir al acercarme, estaba hecha de ‘chips’ de madera.

A diferencia de los finlandeses en Uruguay, los japoneses de esta otra empresa, o al menos esa nacionalidad le atribuían los locales, no llevaban los troncos completos sino que habían dispersado por los bosques patagónicos varios obradores donde una máquina fácilmente transportable, recibía el tronco, le arrancaba la corteza y cualquier rama que hubiera quedado y lo convertía en astillas, trozos de no más de 5cm de lado y 1cm de espesor, que luego podían ser transportados con mayor facilidad y cargados con simples cintas transportadoras en lugar de grúas.

Al día siguiente estaba ya el barco amarrado al lado de la gran montaña de astillas. De su borda bajaban a tierra varios brazos que tenían tolvas en su extremo y cintas transportadoras en su interior. Varias palas mecánicas empujaban las astillas a estas tolvas y de allí, la cinta las llevaba directamente a la bodega del barco. Toda esa montaña estaba destinada a desaparecer dentro del buque. El sistema permitía manejar la carga a granel, en lugar de requerir preparar los fardos de troncos y el uso de grúas y mucha mano de obra como en el caso de los finlandeses.

Así pues, seguimos consumiendo papel y más papel. Xerox, con su “oficina sin papel” le erró como en todo lo que quiso hacer en informática.