Praga, capital de la República Checa es una hermosa ciudad. El centro es agradable de recorrer, de tamaño manejable a pie y a fines de setiembre, el clima nos resultó perfecto. Una característica notable de la ciudad son sus muchas torres, algunas parte de antiguas murallas, otras de las iglesias que asoman muy alto por sobre la línea del resto de sus edificios. Estas torres están coronadas por techos de pizarra muy picudos, para permitir que la nieve deslice, bordeados por casetas de guardia cada una de ellas con sus respectivos techos cónicos igualmente picudos. Las torres, de piedra muy oscura, coronadas de techos de pizarra negra con pinchos apuntando al cielo como si fueran cuernos diabólicos tienen un aire un poco siniestro, aunque los colores y lo agradable de su entorno compensan con creces.

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