Hoy, 11 de setiembre se conmemora el Día de Cataluña que, como a todo lo que hacen acá, le remachan el Nacional como para que se enteren. Recuerda el día en 1714, ya van a hacer 300 años de eso, en que tras 400 días de sitio Barcelona cayó ante las fuerzas de Felipe V, el primer Borbón, ayudadas por tropas francesas.

Como evento a recordar, me parece funesto. Las conmemoraciones cívicas tienen como objetivo motivar al pueblo y recordar machaconamente una derrota el único sentimiento que puede despertar es el deseo de venganza que dista mucho de ser una virtud.

Cataluña tiene mucho que celebrar de su historia, por ejemplo, la promulgación de su primera constitución, en 1285, no mucho después de la tan afamada Carta Magna británica y tan avanzada como esta, redactada por sus cortes, una suerte de parlamento que, a diferencia de la norma de la época, tenía representación también de la burguesía barcelonesa además de la nobleza y la iglesia. Recordar esto podría despertar orgullo que, será pecado, pero al menos es un sentimiento positivo.

Imaginemos que en Argentina en lugar de celebrar el 9 de julio, conmemoráramos la toma de Buenos Aires por las tropas inglesas en las Invasiones, ¡cuál sería nuestra actitud frente a los ingleses! Pero no, esto es peor, la analogía no cuadra, los ingleses están demasiado lejos. Digamos, por ejemplo, la derrota de Buenos Aires en Caseros frente a las tropas del entrerriano Urquiza. Y dale que machacáramos durante el poco más de siglo y medio transcurrido con el derecho a la independencia de Buenos Aires respecto de la Confederación y que los perversos entrerrianos nos sojuzgaron. Bueno, acá vienen haciendo eso desde hace casi tres siglos, sembrando bronca y rencor.

Pero reduzcamos el conflicto a lo esencial. Basta imaginar dos hermanos que compartan la misma casa y que uno le hiciera una trastada al otro. ¿Qué piensan que harían los amigos de la víctima? ¿Acaso lo alentarían continuamente a tomar revancha? Creo que cualquiera trataría de alentarlo a tomar una actitud positiva y seguir adelante con su vida. No por ello tiene por qué olvidar el agravio o perdonarlo, pero vivir en base al resentimiento no es posible. La mayoría nos hemos repuesto de muertes, divorcios y trastadas diversas, pero seguimos adelante pues, además, la persona nunca será independiente en tanto su vida esté definida por la relación con otros.

Cataluña nunca será independiente en tanto no pueda definirse en función de sus propios méritos, que no le faltan. Imbecilidades como la de un político independentista local que propuso públicamente boicotear la postulación de Madrid como sede para los Juegos Olímpicos del 2012 o que fue a negociar con ETA, otro anacronismo político, para que dejaran en paz a Cataluña argumentando que no es España es seguir definiendo Cataluña como no-Madrid.

Las consecuencias de esta inmadurez política la hemos tenido hoy cuando en las conmemoraciones que se han hecho en todas las ciudades, todos los líderes de todos los partidos políticos, aún aquellos rabiosamente independentistas, hasta aquel imbécil anti-Olimpiadas en Madrid, recibieron abucheos e insultos de la calaña de llamarlo nada menos que, y perdonen la expresión, ¡español!

Pues sí, el resentimiento, tan alentado por estos mismos políticos, está recayendo también sobre ellos mismos. Cría cuervos … ya se sabe.