Un reciente artículo del New York Times me recordó a Colma, un pueblo por el que muchas veces pasé cuando vivía en California.

Colma, está al sur de San Francisco en el camino hacia el afamado Valle del Silicio. Según el artículo del NYT tiene apenas 1500 habitantes. Para aquellos que, como yo, pasamos por la autovía, es apenas el nombre en un cartel que marca la salida. Si, en cambio, vas por la carretera, lo único que notas son las agencias de ventas de automóviles. Sin embargo, lo más destacable de Colma es que, cuando hace 100 años, el ayuntamiento de San Francisco prohibió los cementerios dentro de la ciudad e incluso obligó al traslado de muchos de ellos, el destino de los finados ha sido Colma, que tiene alrededor de millón y medio de ‘residentes’ bajo tierra.

Cementerios en Colma , California

La foto satelital nos muestra algunos de los cementerios de la ciudad. Es un mapa de Google Maps, no una imagen estática, así que se pueden usar los controles de navegación como si fuera Google Maps, se puede ver hasta las lápidas individuales o moverse para ver las agencias de automóviles cerca de la carretera, y moviéndose al norte, San Francisco.

La población que, en un principio, se componía de picapedreros (para las lápidas), floristas, enterradores y jardineros, ahora es más variada, dado que la facilidad de transporte hace que los trabajadores de la actividad mortuoria no necesiten estar cerca. Los residentes actuales disfrutan de una paz y tranquilidad que no existe en otros lugares y, considerando lo cerca que están tanto de San Francisco como del resto del Valle del Silicio, están en un lugar privilegiado.

La presencia (¿o será la ‘ausencia’?) de 1000 muertos por cada habitante vivo no parece afectarles, de hecho, el lema del pueblo es ‘¡Qué bueno es estar vivo en Colma!’ (It’s good to be alive in Colma!).