Difícilmente pueda pensarse que España no festejaría un aniversario de la llegada de Colón al nuevo continente. Pasados los primeros años, en que todavía se desconocía la magnitud de lo descubierto, el 12 de octubre siempre fue motivo de celebración, sin embargo, a 90 años del descubrimiento, el 12 de octubre de 1582 no se celebró nada. De hecho, no ocurrió nada y no hablo figurativamente: en España, como en muchos países católicos, ese día no existió en el calendario.

Hasta ese entonces el Calendario Juliano se había desfasado bastante con el calendario astronómico. Contra lo que habitualmente se supone, el Calendario Juliano sí tiene bisiestos, demasiados. El Calendario Gregoriano eliminó apenas 3 bisiestos cada 400 años, que para entonces sumaban 10 días. Esta diferencia no afectaba a la mayoría de las actividades de la época. Si un agricultor plantaba la semilla el día del santo o lo hacía 10 días más tarde, no era un grave problema. Pero a la iglesia sí le traía inconvenientes fundamentales: el cálculo de las efemérides se le enmarañaba. En particular, la pascua, nunca fácil de calcular, puede magnificar ese error de 10 días a casi 40, si la luna nueva cae muy en el límite.

De allí que surgiera la necesidad de desarrollar un nuevo calendario, que usamos aún ahora, el Calendario Gregoriano, por Gregorio XIII, el Papa que lo promulgó (y que no es el mismo de los Cantos Gregorianos, que ese fue Gregorio II). Además de establecer el calendario que salvara la diferencia de allí en más, era necesario corregir la diferencia ya existente. De allí que al 4 de octubre le sucediera el 15 de octubre, por lo que ese año, el 12, simplemente, no existió.

No todo el mundo estaba de acuerdo con este nuevo calendario. Por principio, los países no-católicos (aunque pudieran ser cristianos) no reconocieron la bula papal. Así es como resulta que Shakespeare y Cervantes murieron en la misma fecha, con 10 días de diferencia; el primero según el antiguo calendario, el segundo según el nuevo.

Igualmente, se podría pensar que hay incertidumbre en la fecha exacta de la muerte de Santa Teresa de Ávila. Murió entre el 4 y el 15 de octubre de 1582; sin embargo, ni fue una muerte lenta ni la incertidumbre es tal, es que simplemente murió la noche del cambio de calendario así pues depende de si murió antes o después de medianoche.

Uno podría pensar que los demás países habrían ido adoptando el nuevo calendario más o menos rápidamente, a pesar de las diferencias de religión. No fue así, para las necesidades de la época 10 días de diferencia no eran graves y, de hecho, al día de hoy, la diferencia entre los dos calendarios es de apenas 13 días.

Lo cual trae a cuento qué hacer con las fechas antiguas, las respetamos como aparecen o las ajustamos? En esto no hay coincidencia, como lo demuestra el caso de Shakespeare y Cervantes. Este llevaba ya 10 días de muerto cuando murió aquél, sin embargo, se conmemora la muerte de ambos en la misma fecha, 23 de abril de 1616, aunque de dos calendarios distintos. La Unión Soviética, sin embargo, ajustó las fechas anteriores a la adopción del nuevo calendario con lo cual su Revolución de Octubre se celebraba en noviembre.

Si bien hay bastante coincidencia en respetar la fecha nominal de los eventos anteriores a 1582, lo que sucedió entre esa fecha y la fecha de adopción en cada país varía. Así pues El Reino Unido cambió su calendario en 1752 junto a todas sus colonias. Sin embargo, los Estados Unidos, entonces colonia británica, tras la independencia ajustó las fechas anteriores al nuevo calendario con lo que las fechas registradas en el Reino Unido y en los Estados Unidos para los mismos eventos no coinciden. El mismo George Washington, que era agrimensor y por tanto habituado a los números, cambio la celebración de su propio cumpleaños. Tanto quería el nuevo país sentirse plenamente instalado en la modernidad que no dudó en cambiar la fecha de sus eventos, tal como más de un siglo después lo haría la Unión Soviética.